Con su distintiva estética de pintura al óleo Dishonored se ha convertido en una de las mayores sorpresas del 2012. Desde el principio vamos consiguiendo habilidades y armamento sobrenaturales, lo que nos dota de libertad para esculpir nuestro propio camino a través de cada misión - ya sea ralentizando el tiempo, poseyendo animales para recopilar información o incluso teletransportándote a través de diferentes rutas.
La exploración de los oscuros rincones de su ciudad a menudo proporciona recompensas, y encontrar la forma de seguir adelante sin ser detectado suele ser más satisfactorio que optar por la fuerza bruta, el último y arriesgado recurso cuando todo lo demás falla.
Desde un punto de vista de diseño, Arkane Studios añade un montón de ideas propias a una fórmula establecida hace tiempo por títulos de la talla de System Shock. El estilo visual es especialmente llamativo, con una propuesta del director de arte de Half-Life 2 Viktor Antonov que resulta melancólica, basada en un mundo de tonos pastel con un gran reparto de personajes al servicio de una historia de traición. Desde las humeantes destilerías hasta el brillante Ateneo de la capital de Dunwall vamos descubriendo un choque entre lo industrial y lo monárquico, siempre vívidamente y a través de una muy solvente iteración del Unreal Engine 3.